Continuo con mi rehabilitación. Es un
trabajo duro, continuo y constante. No podría hacerlo sin el apoyo diario de
fisioterapeutas, neuropsicólogos y profesionales que no sólo marcan ritmos , ejercicios
y terapias sino que soportan estados de ánimo muchas veces complicados. Porque la
recuperación física debe ir acompañada
de la anímica. Ya he escrito en este blog sobre las heridas emocionales que
provoca un ictus. Se van curando; pero quedan cicatrices: Inseguridades,
miedos, vértigos, impaciencias, sensibilidades, necesidades vitales… Al igual
que una cicatriz recuerda un accidente o una lesión, éstas recuerdan un estado
crítico, un abismo, una terrible vulnerabilidad, una caída libre . Y así como las cicatrices pueden producir
picores éstas producen reacciones difíciles muchas veces complicadas para la
gente que te rodea. Más mérito para todos ellos.
Pero Hoy Ha ocurrido algo sensacional. Hoy
Me han subido a la Lokomat, un sofisticado aparato que posibilita el
entrenamiento del patrón de marcha. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, he
vuelto a caminar. Mi cerebro lo ha entendido así. Sin muletas y moviendo ambas
piernas de forma coordinada . Hoy no sólo he hecho ejercicio físico bueno para mis
miembros inferiores. Hoy, hemos trabajado sobre una de esas cicatrices que
permanecen en mi cerebro. “ Necesidad de caminar solo”. Experimentar que recorro metros
y mis pies avanzan por el suelo. Lo necesitaba. Sin muleta. Sin una o varias
personas atentas a mi equilibrio y posible caída. Ha sido fantástico.
Han sido
360 metros en poco más de 13 minutos. No es una gran marca, ni lo
pretendía, pero para mí ha sido oro olímpico. Más que eso.
Siempre he pensado que la tecnología,
como la economía, tiene que estar al servicio de las personas. Creo que por eso
mi trabajo en Apple fue algo más que trabajo. Hoy he usado la Lokomat, La
Fundación Lescer dispone de una para sus pacientes. Cúanto me hubiera gustado
abrazar a los ingenieros que la diseñaron, a los técnicos que la instalan y la
mantienen. Cúanto agradecerles la utilidad de sus esfuerzos, la grandeza de su
producto. Para mí. para las personas. No para accionistas sin rostro o para el
capital sin conciencia.
Repetiré. Yo y muchos como yo.
Ya queda menos y, muy pronto, incluso,
hasta decidiré si ir a izquierda o a derecha.
Al tiempo.