De nuevo en la lokomat y de nuevo practicando la marcha. Me
gusta. Las cintas que sujetan el cuerpo a la máquina molestan un poco. Se sufre
con gusto. Es un placer la sensación de caminar. Hoy he estado con Dani, mi
nuevo fisioterapeuta. No lo tiene fácil. Viene de Venezuela y es duro estar
aquí mientras su familia permanece en su paísde origen últimamente agitado por
la situación política. Ver en las noticias las manifestaciones en las calles de
Caracas con enfrentamientos y heridos no debe ser un factor desestabilizador de
importancia. Sin embargo, Dani hace su trabajo con una sonrisa y día dís vamos
cumpliendo objetivos. Tampoco en esto lo tiene sencillo: En primer lugar por la
dificultad que entraña mi caso: una espasticidad rebelde y un desajuste
postural que hay que corregir. En segundo lugar, porque sustituye a Manu, mi
anterior fisioterapeuta con el que ya había avanzado bastante. Ambas cuestiones las afronta Dani con trabajo,
tesón y gran talante.
Hoy le ha tocado el turno a la lokomat, ese exoesqueleto del
que ya he escrito en alguna entrada anterior.
Tenía algo pendiente con esta maquinita: Alcanzar el kilómetro
recorrido.
Nos hemos puesto a ello y hemos empezado, paso a paso,
ajustando la marcha, procurando estirar correctamente mi pierna izquierda. Ha
sido genial se acababa el tiempo, otro paciente esperaba y , al final, casi con
el tiempo cumplido justo en los segundos finales he mirado el monitor :
1029metros, ¡poca más de un kilómetro! Mao decía que una larga marcha empieza
con un primer paso. Pues ya está dado ¿Qué será lo próximo?. No lo sé, pero
será. Gracias Dani. Gracia Manu.