viernes, 29 de julio de 2016

Dependencia en perspectiva


Dependencia

Pasado ya el tiempo es momento de convivir con las secuelas del ictus, y, en consecuencia, con la dependencia. No es fácil. Un ejemplo. Recién llegado de pasar unos días con mis hijos en la playa, ellos lo merecían y yo también, tomas conciencia de todo lo que no puedes hacer y te apetece, claro que te apetece: Montar en los Karts con ellos y competir, jugar con las olas, saltarlas y hacerles algunas perrerías, demasiadas cosas.
Te das cuentas que dependes de muchas personas y circunstancias: De los taxistas, que lleguen a tiempo cuando se les llama y de su amabilidad, para guardar silla plegada y muleta en el maletero. He de decir que la mayoría son un ejemplo de servicio y comprensión. También dependes de cómo se encuentren situados los cuartos de baño en vagones de tren, restaurantes y demás lugares públicos. Cada salida es siempre una incógnita a resolver ygenera cierta inquietuden tí y en los que te rodean.  Lo mismo con los restaurantes, bares y terrazas, ¿cómo serán la sillas y las mesas?¿ Cómo estarán colocadas?
Dependes de muchos  y para infinidad de cosas.
Pero hay que pensar en ellas como  obstáculos que hay que ir resolviendo.¡Que se pueden resolver!
He conocido convalecientes que empiezan cada acción con un” ¡Ay! No se si podre hacer tal o cual cosa. Personalmente prefiero el: “Voy a” y a partir de ahí visualizar que se quiere hacer, pensar cómo se desea hacerlo y lanzarse a por ello con calma pero con decisión y foco.
La Dependencia, entonces deja de ser una excusa y una causa de lamento para convertirse en un factor motivante muy poderoso.
Esta actitud, creo, es válida para otros objetivos en la vida y el trabajo,

miércoles, 20 de julio de 2016

premios y recompensas. La Manga



Se decía en aquel Apple de los Noventa: “The journey is the reward”, o lo que es lo mismo : “En el camino está la recompensa”. Esta frase se relaciona estrechamente con lo sugerido por el poema “Ítaca” de Kavafis que ya he comentado con anterioridad en este blog: “ojalá el camino sea largo y lleno de experiencias”. No puedo estar más de acuerdo y el recorrido a lo largo de mi rehabilitación es prueba de ello. No obstante, creo conveniente, después del esfuerzo continuado,  premiarse con alguna recompensa que aparque la rutina y despeje cuerpo y mente.
Con esa intención mis hijos y yo decidimos pasar unos días en La Manga del Mar Menor y disfrutar de sol, playa y gastronomía murciana y cartagenera.  Yo, después de un año de largas jornadas de rehabilitación diaria, esfuerzo y ejercicios repetidos. Ellos, después de finalizar sus respectivos cursos académicos con dignos resultados.
La Manga, no es un destino cualquiera.
 Allí se gestaron infinidad de recuerdos infantiles con mi padre, mi madre y mi hermana, también con tíos y primos. Lo mismo ocurre con mis hijos, que allí ejercieron de nietos felices al cuidado y mimo de abuelos orgullosos y también felices.
Ha  sido una inmersión de sensaciones gratas grabadas a fuerza de amor en el cerebro.  Todas volvía puntuales paseando por la playa, tomando caldero en Cabo de Palos o saboreando un helado de sabores infinitos en la Plaza Bohemia, A mis hijos debe ocurrirles igual porque uno de ellos, tras un paseo exclamó: “Si alguna vez tengo hijos les traeré a La Manga”. Estoy seguro que en ese momento su abuelo sonrió en el Cielo.