Se decía en aquel Apple de los Noventa: “The
journey is the reward”, o lo que es lo mismo : “En el camino está la
recompensa”. Esta frase se relaciona estrechamente con lo sugerido por el poema
“Ítaca” de Kavafis que ya he
comentado con anterioridad en este blog: “ojalá el camino sea largo y lleno de
experiencias”. No puedo estar más de acuerdo y el recorrido a lo largo de mi
rehabilitación es prueba de ello. No obstante, creo conveniente, después del
esfuerzo continuado, premiarse con
alguna recompensa que aparque la rutina y despeje cuerpo y mente.
Con esa intención mis hijos y yo
decidimos pasar unos días en La Manga del Mar Menor y disfrutar de sol, playa y
gastronomía murciana y cartagenera. Yo,
después de un año de largas jornadas de rehabilitación diaria, esfuerzo y
ejercicios repetidos. Ellos, después de finalizar sus respectivos cursos
académicos con dignos resultados.
La Manga, no es un destino cualquiera.
Allí se gestaron infinidad de recuerdos infantiles con mi padre, mi madre y mi
hermana, también con tíos y primos. Lo mismo ocurre con mis hijos, que allí
ejercieron de nietos felices al cuidado y mimo de abuelos orgullosos y también
felices.
Ha
sido una inmersión de sensaciones gratas grabadas a fuerza de amor en el
cerebro. Todas volvía puntuales paseando
por la playa, tomando caldero en Cabo de Palos o saboreando un helado de
sabores infinitos en la Plaza Bohemia, A mis hijos debe ocurrirles igual porque
uno de ellos, tras un paseo exclamó: “Si alguna vez tengo hijos les traeré a La
Manga”. Estoy seguro que en ese momento su abuelo sonrió en el Cielo.
Que bonito Guillermo !! Totalmente de acuerdo contigo !!!
ResponderEliminarEres un valiente que enorgullece a la familia !!!
es que de casta le viene al galgo. Tu padre, mi padre...cómo no serlo.
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