Sigo
esforzándome día a día para superar las secuelas del ictus y escribir está
siendo una actividad que me relaja,
ocupa mi tiempo y me provoca sensaciones que permiten a mi mente volar allí
donde yo no puedo.
Hace unos días me han
dado una noticia que me hace feliz y me da muchas fuerzas para
continuar:
Uno de mis micro relatos ha sido seleccionado junto a otrosmuchos para
formar parte de un libro recopilatorio titulado Ávila 2069,
Allí estarán todos
los relatos seleccionados participantes en un concurso de micro relatos donde
se trataba, con muy pocas palabras, de construir un relato sobre Ávila en el año
2069.
En la velada
literario-musical que ha organizado la Asociación cultural Ávila Abierta para
dar a conocer el fallo del jurado (próximo lunes 11 de diciembre, 8 de la tarde,
en el Auditorio Municipal de San Francisco, Ávila) se presentará el libro.
Y, Por supuesto, se podrán adquirir los ejemplares que se desee.
No
obstante, como adelanto os copio aquí el micro relato presentado por mí, espero
que os guste:
Ávila eterna, de Guillermo Ruiz Marcos:
La súper ciudad crece sin parar, enormes
edificios inteligentes compiten en altura en todos sus distritos.
Autopistas también en altura conectan las
torres entre sí y con el exterior, miles de coches autónomos supervisados por
el CTC, “Control del Tráfico Centralizado”, circulan por ellas. En cada
edificio hay zonas de ocio, comercios, colegios, servicios de todo tipo y
espacios verdes en sus azoteas. Las construcciones Son energéticamente
sostenibles porque sus revestimientos aprovechan la luz solar.
Sus ciudadanos son oficialmente felices, pero
arrastran el desasosiego en el alma y la melancolía en la mirada. Desasosiego
por sentirse atenazados por tanta norma, control y falta de libertad, por la
necesidad de producir a toda costa, estar siempre conectados y la falta de
espontaneidad. Melancolía por la añoranza del cielo azul, el paseo sosegado y
el saludo amable de un vecino, por la necesidad del viento en la cara y el
trinar de los pájaros en la mañana. Muchos escapan de allí cada fin de semana.
Cerca
de la gran ciudad se encuentra Ávila, la ciudad amurallada que encierra el
misterio del alma tranquila. Los Coches
autónomos atraviesan ya la muralla por la puerta de San Vicente, pero no hay un
CTC que todo lo regule, cada ciudadano indica a su coche destino y son luego
los dispositivos GPS junto a los sistemas de radar e infrarrojos los que se
encargan de guiarlos.
Pero aquí sus vecinos prefieren seguir
paseando con tranquilidad por la calle Reyes Católicos o, al atardecer, cruzar
el puente sobre el río Adaja, acercarse al Humilladero de los Cuatro Postes y
contemplar la imponente vista de la ciudad. No hay obsesión tecnológica, sólo
personas y libertad.
Hoy, 1 de enero de 2069 entran en vigor las
dos últimas iniciativas propuestas y aprobadas en las consultas ciudadanas:
Limitación a dos alturas para los edificios de
nueva construcción dentro del recinto amurallado y limitación del número de
vehículos que acceden a la ciudad. Un dron vigilará los accesos.
Ávila preservará su verdad 2000 años mas.
Veremos que depara el 11 de diciembre.Por otra parte cada vez quedamenos para la publicación de mi segundo libro gracias sobretodo a los numerosos mecenas que han coaborado en ekloo. Todos ellos recibiránpuntualmente un ejemplar,
Si todavía quieres colaborar estás a tiempo:
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